Los petroglifos ubicados en el territorio de Maule Sur constituyen un patrimonio arqueológico excepcional que demanda su puesta en valor mediante estrategias de conservación innovadoras y menos invasivas. Entre estas, destaca la incorporación de tecnologías digitales avanzadas como el escaneo 3D, que permite obtener registros digitales precisos y detallados. Estas herramientas facilitan la elaboración de planes de manejo enfocados en enfrentar los agentes de deterioro, tanto naturales como antropogénicos, mediante medidas continuas de protección, limpieza controlada y restauración cuando sea viable, asegurando así la preservación y el resguardo efectivo de su integridad para las futuras generaciones.
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Petroglifos (Ancoa –Achibueno) Cerro Quiñe
Los petroglifos del Cerro Quiñe fueron estudiados por Norma Sanguinetti en coordinación con el director del Museo de Artes y Artesanía de Linares, Pedro Olmos, en el año 1970. Estos petroglifos se encuentran ubicados a 20 km al sureste de la ciudad de Linares, a 213 metros de altura, flanqueados por el río Ancoa al norte y el cerro Mesamávida al suroriente, lo que les otorga una posición dominante y una amplia visibilidad sobre el entorno agrícola y natural de la zona.
El soporte (bloques erráticos) donde están instalados los petroglifos es de roca granítica, pulida y alisada por acción glaciar. Posee superficies regulares y pendientes suaves. También se identifican bloques de roca volcánica y toba de cristales.
Los bloques con petroglifos se encuentran dispersos en las laderas y la cima del cerro, en posiciones prominentes y de fácil acceso visual. Existe un conjunto de nueve bloques, uno al lado del otro, situados al este del cerro y que cubren una superficie de aproximadamente 20 metros cuadrados. Hay otro bloque, ubicado al lado sur, dispuesto horizontalmente y formando una gran saliente. Parte de este bloque ha quedado enterrada debido al acarreo de material por lluvias que se desliza por la ladera. La roca presenta dimensiones aproximadas de 4,60 metros de largo por 2,60 metros de ancho. Su superficie es pareja y lisa; sin embargo, la pátina está desgastada, dificultando el reconocimiento de las figuras.
El estado de conservación de estos bloques es, en general, regular. Faltan trozos de la superficie de la roca, y las grabaciones presentan bordes muy erosionados y poco visibles. Los agentes de deterioro corresponden a factores vegetales (musgos y líquenes) y antrópicos, derivados de la intervención humana.
Petroglifos Perquilauquén (Ex Fundo San Manuel)
Los petroglifos del Ex Fundo San Manuel fueron descubiertos por Arturo Fontecilla. Este hallazgo fue publicado en la Revista Chilena de Historia Natural en abril de 1936, en el artículo “Contribución al estudio de los petroglifos cordilleranos”.
Los petroglifos se encuentran ubicados en una explanada hacia el noreste, en dirección al río Perquilauquén y la precordillera de Parral. Son dos bloques de piedra (roca granítica) con superficies pulidas y regulares, resultado de procesos glaciares (bloques erráticos). Uno de ellos mide 3,40 metros de largo por 1,70 metros de alto; el otro mide 2 metros de alto por 3,50 metros de largo. Ambos bloques presentan diversas figuras y formas de tipo geométrico y lineal.
El soporte donde están instalados los petroglifos se encuentra expuesto y orientado de manera que recibe luz natural, lo que favorece la visibilidad de los motivos grabados. Sin embargo, la vegetación exuberante y la topografía accidentada ocultan parcialmente algunos paneles desde ciertos ángulos.
El estado de deterioro de los petroglifos es crítico, principalmente debido al crecimiento de líquenes, la erosión natural y la acción humana no controlada. La falta de medidas de conservación y monitoreo agrava su situación, poniendo en riesgo su integridad y legibilidad. La exposición prolongada a la intemperie (viento, lluvia y cambios bruscos de temperatura) ha provocado un desgaste gradual de la superficie granítica, suavizando los surcos y detalles de los grabados. Además, el acceso no regulado y la ausencia de protección han facilitado intervenciones humanas negativas, como rayados, remoción de piedras y el tránsito de personas y animales sobre los sitios, lo que puede causar fracturas, desprendimientos o pérdida de fragmentos con grabados.











